¡Entren en su blog de literatura cutre!
Sí, caballeras y caballeros, conservo escrupulosamente unos estándares de baja calidad a los que me debo.

sábado, 12 de octubre de 2019

¡Hola!

Tengo un blog nuevo en el que básicamente podréis encontrar las nuevas entradas que publicaré (y las viejas igualmente). Como voy a publicar un libro y, pese a mi asperger que me deja eternamente adolescnete y perdida, he decidido dar este salto y buscar una imagen más profesional. ¡Espero que nos encontremos en este nuevo espacio!

https://martarousselperla.blogspot.com/

domingo, 1 de septiembre de 2019

Presagio

Presagio:

            –¡Dime cuánto sabes!
–¿Por qué te enfadas conmigo?
–¡¿Tú lo sabías, no?!
–Sí, pero… ¿qué esperas? Intenté contártelo, pero tú te enfadaste y me dijiste que me preocupaba sin razón. ¡No podía contártelo todo! ¿Qué hubieras pensado exactamente aparte de que estaba loca? De todas formas, espero que no haya ocurrido el peor escenario…
–No… creo que no.
–Si lo necesitas, ve al psicólogo y háblame, sabes perfectamente por todo lo que he pasado, pero el psicólogo es la clave para recuperarse de algo así.
–Dime lo que has visto.
–Te puedo decir lo que necesitas, si quieres.
–Lo que has visto, por favor. Es importante.
–Nadie me cree nunca.
–Te creeré ahora.
–Eso no funciona así, cuando todo vaya bien, pensarás que estoy loca y punto.
–Bueno, seguro que puedo correr ese riesgo.
–Ja-ja. Está bien, el o la siguiente será mejor, de hecho no sé si hay un segundo y un tercero o si son dos posibilidades para una misma persona, o si la primera segunda persona no cuenta en realidad. Es borroso, y no consigo hacerme con los detalles, casi nunca tengo detalles, por eso no podía contarte exactamente qué iba a pasar, sólo sabía que iba a doler…
–Cuéntame qué pasa con ellos, con los siguientes.
–El segundo es alguien que no encajará contigo, con quien eres, pero lo verás tan deprisa que creo que no cuenta. El verdadero segundo es un buen tío… o una buena tía, estarás bien, pero más adelante, en unos meses o en unos años, no lo sé, os daréis cuenta de que las cosas son un poco más difíciles de lo que parecen y de que las apariencias engañan o de que la voluntad a veces no es suficiente. No funcionará, pero en un primer momento te sentirás bien y querrás continuar con esta persona a toda costa.
–Y qué es eso que necesito.
–Conocerte: tienes un miedo terrible a aceptar quien eres, el auto-engaño sólo te puede llevar a evaluar erróneamente una situación.
–¿Quién es el tercero?
–Eso da igual, te irá bien con esa persona.
–¿Y por qué lo dices como si estuvieras preocupada?
–No me gusta pensar que el destino está escrito, así que mi plan es desafiarlo. Cuando acabe con mis asuntos, procuraré cambiar las cosas. No te preocupes, tú estarás bien.
–¿Por qué no me dices quién es la tercera persona?
–Yo nunca me veo a mí misma en mis presagios, ¿entiendes? Pero cuando dejé de amarte, me vi. Quiero pensar que me equivoco pero, por si acaso, haré todo lo posible para cambiarlo.
–Pero tú estás convencida de que haríamos una buena pareja.
–Absolutamente, pero no quiero ser la respuesta de nadie. Y me da miedo ser víctima de un destino que no puedo controlar. Por eso voy a escribir mi propio relato. Tú podrás casarte con quien quieras, yo no voy a tener hijos. Tal vez por eso dejamos de hablar en el pasado: porque es mejor que no estemos juntas, puedo ofrecerte ayuda para que te recuperes, después de eso… deberíamos dejar de hablar. Dime que no crees ni una palabra de lo que digo.
–No te creo.
–Bien. Seguiré adelante con mi plan.



jueves, 1 de agosto de 2019

Day-Dreamweaver


Day-Dreamweaver:

Se levantó del suelo, lo notaba frío bajo las palmas de sus manos, lustroso.
El pasillo no estaba realmente iluminado, aunque no podía detectar ninguna fuente de iluminación.
Innumerables puertas lo flanqueaban.
Adelante y atrás los extremos parecían reproducirse hasta el infinito. Era difícil afirmarlo, dado que el color blanco lo engullía todo a tan sólo unos pasos. No era niebla, sólo era color blanco. Podía haber sido una especie de negrura que, por no tener matices, ni siquiera fuera oscura o una opacidad de cualquier otro tono, pero era un fondo blanco como el de un esbozo. Tal vez no era miedo, pero sentía una profunda inquietud.
El personaje se difuminó en ese ruido blanco del televisor.
No me sirve.
Y el ruido blanco lo tomó todo.
–Ha escrito un libro, en la primera página nos cuenta cómo el general se dirige a la fortaleza, en la otra nos detalla su conquista, además tiene dibujos. Puedes comprarlo por sólo veinte euros.
Ruido blanco. Se agradece, creo.
–Siempre ha sido en entornos tan pequeños como yo, cuando me violaban, siempre he pensado que necesitaba a esas personas porque, en el fondo, eran las únicas que había en mi vida. Para de tocarme, por favor…
Ruido blanco. ¿Otra pesadilla? No puede ser peor.
–¿Quieres ser feliz? Udov es para ti. Serás feliz con una sola dosis (hasta que se acaben sus efectos). Nada resulta más atractivo que la felicidad. ¡Chicas sin ropa por la cámara dos, gracias!
Ruido blanco. Al menos esto es desconcertante sin más.
–XX es igual a mujer y XY es igual a hombre, no van a venir ahora unos biólogos de pacotilla a jodernos el chiringuito.
Ruido blanco. En realidad, no sé si esto está mejorando.
Él o ella ES TODO LO QUE SIEMPRE HAS QUERIDO, deberías haber deseado... La vida te dará un cachete en el culo. Un cachete sexy, pero doloroso. ¿Te gustan las cuerdas, las esposas? Él tiene tus mismos gustos, nunca conectarás así con nadie, además es inteligente y adora la buena comida, desgraciadamente tu chico ideal no tiene ni uno solo de los atributos relevantes, se te ha olvidado pedirlos y tienes que aceptarlo: nadie nunca jamás ha cambiado a las personas. Sería terrible pensar que una persona puede salvarte de ti misma, nadie se merece ese peso. Haz que lo que deseas y lo que necesitas se unan como dos palmas dando las gracias.
¿Quieres saber el secreto?
Tú eres la heroína. Nadie te salvará, eso es un relato lleno de oscuras consecuencias, una metáfora que explota tu miedo a la soledad para que lo compartas con una persona miserable. Tú eres tu príncipe azul, tu guerrera, sal a luchar con toda tu fuerza. La palabra insight es la clave. Acepta quien eres, de lo contrario no podrás aceptar a los demás. ¿Es valentía? ¿Acaso hay otra opción?
Esas cicatrices…
Eres un susurro en medio de la brisa, un rugido acompañando al viento.
Soy una tejedora de sueños, pero en estos tiempos de moradores del cristal, ya nadie recuerda mi poder. Sé que no debo despertar, no así, no ahora.
Sabes cómo se hace, lo has hecho más veces, sólo tienes que decir las palabras mágicas.
El olor de los misterios se desliza por tu piel y la miel de los puntos de interrogación se derrama sobre el dogma, el verde del mundo envuelve a la hierba en la curvatura de tus labios, naciendo húmeda bajo tus pies. Las hojas de otoño revelan la danza del viento y fluyes por el calor de un abrazo entre dos cuerpos que se quieren, escribiéndose el cariño en sus almas como lo hace la eternidad en la lluvia.
El verso teje el aroma del fuego al quemar y esa sonrisa sabe al mejor chocolate.
Porque, si lo piensas, todo la verdad cabe en un solo beso.
Ahora sí.
Despierta.




lunes, 1 de julio de 2019

Heretics and Idiots

Für Cielo, an amused muse.

Heretics and Idiots:

            Coordinate your legs! Do not fall!
Run, run, run for your life! Don’t throw up that beer, you paid for it!
Run, faster! Run!
Her legs burnt, her lungs started failing and she couldn’t catch her breath, every movement felt like headache and, in the middle of her drunkenness, the world didn’t seem to know where it was.
Skin like parchment, muscle and sinew strings, clotted blood after her and her iron, stained and shiny, defying the moon. They growled, coming on her heels.
And she, determined, stared at that gate before her, as the ground under her feet looked to be following another way.
In a time like that, they were faster than her, and she knew it.
High grass passed her by like a dark blur. Her sword finished two of them standing in her way, the sister’s movements were perfect, although, she burped when exhaling as she thrusted her blade at one of them. Surprisingly, she also killed a third one when hauling her sword out from the second undead skull.
She kept on running, more tired. She hit the door with her body, unable to stop. She opened it. She closed it. She used herself to barricade it.
Where she was?
Chairs, tables, wall made of stone… ¿a lounge?
–Twelve chimes on the other side of reality… –a man was sitting over there, absent-mindedly looking to the infinite.
–The dead are going to break through! –she shouted–. We need to bar this gate!
–…souls gather before the primeval fear…
–Hey, asshole, help me out!
–…the horned lords shall bow their heads…
She needed to find an escape route, they would probably get distracted with that madman, giving her time enough to run away without being followed.
Moonlight, as it passed through their thick glass, coloured the floor in darkness.
The dead banged at the door and at the stained glass windows. She wasn’t sure she could hold on much longer.
She saw a postern.
And she plunged at it.
And that door opened.
A staff casted an intense pale blue glow, glimmering still as no fire could ever do. The dead instantly froze.
–I need your help –said a young man voice–. Are you drunk?

That madman didn’t stop blathering and the necromancer, visibly fascinated, started to take notes.
Zoe, in that unreal situation, decided to vomit.
Sombra, her crow, managed to get through and join her. It cawed as it flew from her shoulder to the nearby tables.
Long minutes after that Zoe addressed the necromancer:
–Aatami, what are you doing here? Why in hell did you kill these people?
–I did it in self-defence –he answered plainly.
–Against librarians? Do you really want to convince me you didn’t set up and scenario in which you didn’t foresee them assailing you?
–I guess the show is part of the job: black clothes, skulls… people like to know what to expect –he laughed–. If I am robbed, does that mean that I am asking for it?
She looked at him, annoyed.
–They attacked me when having sight of my staff –he said, now noticeably angry–. I asked them if I could commence certain readings and they attacked me –he insisted–. This is a library and I wanted to read and I wanted nobody to kill me because of it. I honestly thought this was the proper place for that –he defended himself, showing her a book out from his cloak.
She counted those corpses on the floor.
–Hey, and about the fifteenth librarian… –she mentioned–, was it also in self-defence?
–Perhaps you find it hard to believe but, I promise you, it wasn’t a turn-based combat.
–I’m sorry, I’m not used to take the necromancers’ side: I hunt you –she explained–. I hunt you all and your creations –her crow cawed–. Do you think there are no reasons to destroy you all?
–That answer requires from certain nuances and that is precisely why I am here. Do you fancy a tea?
–Of course.
–That man picked my interest. He can be either an oracle or just insane. We’ll bring him with us. Someone should feed him. As we get out, could you please kill those zombies?

She glared at the bruised and fractured face of that last zombie standing on the field, face to face, her choked breathing as a sign of her exhaustion. That dead body was shredded skin, traces of muscle and bone. The female undead stood completely still. A blood blister on her cheek. A wound in her shoulder, punctured.
Zoe looked in her eyes, for a moment they reflected a plea close to sadness, it was just an instant. It lasted just an instant.

–How can a cabin in the woods be so cosy? –she asked right after Aatami gave her a small glass of tea. They were illuminated by the candlelight.
–Do you know what this man is talking about? –the necromancer queried, observing that strange fellow in a corner.
–I don’t think he does either…
–He’s relating an old prophecy –that madman went on reciting those unfathomable verses.
–The kind that mentions those Highly Unfriendly Gods?
–We called them the Ancient Ones back in the Academy. What do you know about the Church?
–It’s divided in four branches: the Sisterhood of the Death, which I belong to; the War Maidens, who ironically don’t tend to take part in any war; the… Wait a moment, why the hell are you asking about this?
–I incorrectly formulated my question, my apologies. Do you know anything about the Church origins? Why it was created?
–To erase necromancy. Well, the Church of War doesn’t seem to have any purpose other than the practice, and… the Church of Disease works on healing it, and the Famine one is up to alleviate it. But the Sisterhood is the first branch. My sisters and I work making sure dead things stay dead. Judging by your looks, I don’t get a single one right.
–How long have you been a sister?
–I was a little child when I arrived to the monastery, given that I started fighting when I was around fourteen or fifteen years old… I guess I’m a sister since you were born.
–And you never wondered why necromancers are, why they can’t extinguish their own creations, only bring them to a halt?
–Yeah, but when I’m killing them, they can’t give the best answers –Sombra cawed and flapped its black feathers.
–Let’s come back to your Highly Unfriendly Gods. They devastated the world more than a thousand years ago.
–That’s true –she agreed.
–Do you know where they extracted their energy from, which allowed them to access our reality?
–Mmm…
–Have you ever asked yourself how do we necromancers reanimate the dead?
–I hope this isn’t a tricky question. Errr… with magic? –Zoe ventured.
–The dead still have a spark of life we use, to utterly destroy it the Death sisters must finish them.
–Are you telling me that those Highly Unfriendly Gods obtain their energy from the undead?
–No, I’m telling you they obtain that energy from the dead, from all of them. I know it breaks your official tale, but the Church of Death was born along with the Academy of Necromancers to ensure that any remaining energy in every corpse was properly extinguished and, thus, the Old Ones couldn’t make any use of it.
–Are you making such affirmation on any basis?
–Yes, indeed I spent the last two years of my life on gathering documental support for this theory.
Aatami reached a shelf and placed some ominously bulky codices on the table.
Are you making such affirmation on any summarized basis? –she enquired in an alarmed tone of voice–. I won’t read that, no way. Besides, where did you get those books?
–Some of them from the forbidden city of Untersagt. Regarding this one –he said about the book he just borrowed– from the Svalbard Library. I believe they have a shortage of librarians now.
–But what could have happened? Necromancers don’t go around now summoning undead so that my sisters can kill them, I’ve never heard of something like that. In fact, they muster small armies of undead people to achieve their own goals. And reasonably, to defeat those zombies in the long run, we need to face every necromancer we find as well.
–Certainly, what remains today is nothing but a residual tale about ancient rituals, already forgotten. In case my theory is correct, consequences are going to be… lingering, nonetheless. And I love being right, but the only way to be always right is to admit when you’re wrong, so let’s tread carefully.
–Who the fuck would’ve covered something like that?
–Probably nobody, probably everybody.
–Not a very specific answer.
–Honestly, Zoe, I don’t believe there’s a conspiracy to set the Old Ones free, I don’t think there’s anybody to blame for devising an evil plan which will lead us to our extinction. In my opinion men and women forgot their History through centuries of infighting for power, I’ve read about small groups attempting to keep the essence of our struggle or to transform it, I’ve read about frontiers colliding and countries at war which had other priorities to handle provided the Sisterhood of the Death was relatively present. Taking the writings into account, at some point during the fourth century the alliance between the Church and the Academy was so deteriorated that all communication got cut. It is easy to imagine how a black legend around the Academy could have been spread and it’s a reasonable consequence that, after years of vicious prosecution and hunt and constant endeavour to regroup, the necromancers themselves adapted little by little to that narrative. There are copies of these books in Untersagt, meaning that at least a few people kept these records and possibly had some knowledge about how the world looked like after the Old Ones coming.
–I guess the Highly Unfriendly Gods must perceive a lot of energy after the Warming and the Wars Age… why they didn’t come sooner? Our ancestors were famous due to their discoveries and technology, but also for killing and slaving millions of people throughout the centuries.
–I’m afraid I can only offer speculations to you –he answered.
–And what’s the relation between all that and this guy? –interrogated Zoe while looking at that ever muttering man.
–I don’t know, perhaps he lost his sanity, but in case he is an oracle as he looks like… He would be warning us about our close end. It makes sense considering that energy accumulation by the Old Ones is a constant and slow process.
–And what do I have to do with this? –she probed.
–You’re going to help me –Aatami answered–, you’re a legend, aren’t you?.
–Are you crazy?! –she roared–. I am a necromancer’s friend, I’m not the most orthodox Death’s sister, precisely. I might be a legend but they look at me as if I were a weirdo, man! –after some cursing time she managed to calm herself–. You say I must help you. Help you with what? –of course, she was already afraid of the words he was going to pronounce.
–Help me restore the alliance between Church and Academy and find any mean to destroy the Old Ones or reinforce dimensional boundaries –the wizard stated.
–You’re freaking out. And I’m freaking out, you’re telling me the world…
–…is not what it looks like. But it makes sense, am not I right?
They drank their tea, pensively.
At first they didn’t notice, but it was already there.
A deep silence broke through the cabin, so intense that they were capable of hearing their own hearts pumping blood, their breath too loud, their eyelids when blinking, their hair standing on end, their ears clicking while reacting to that absence of any external sound.
Perhaps instinctively, they gazed at the oracle: his body bloated and rippled, his skin darkened, every part of him seemed to get torn off and reassembled. The echo of those abhorrent sounds among the emptiness reverberated inside the heads like a nightmare.
A beast beyond definition had managed to cross in order to devour all sanity.
And the flow of time had ended.


sábado, 1 de junio de 2019

Herejes e idiotas

Para Cielo, an amused muse.

Herejes e idiotas:

¡Coordina las piernas! ¡No te caigas!
¡Corre, corre, corre por tu vida! ¡No vomites la cerveza, que las has pagado!
¡Corre, más rápido! ¡Corre!
Sus piernas ardían, sus pulmones luchaban por dar abasto, cada movimiento dolía en la cabeza y se sentía como si el mundo no supiera dónde quedaba nada en la borrachera.
Piel correosa como pergamino, hebras de músculo y tendón, sangre coagulada y el acero desafiando a la luna entre brillos y manchas. Ellos gruñían, le pisaban los talones.
Y ella observaba con determinación aquella puerta de madera a la que se dirigía mientras el suelo parecía querer ir por otro camino.
En esas circunstancias ellos eran más rápidos que ella y ella lo sabía.
La hierba alta pasaba a su lado como un borrón oscuro. Su espada acabó con dos de los muertos que se interpusieron entre ella y su destino, sus movimientos eran perfectos aunque al soltar aire para dar una estocada eructó. Para su sorpresa hirió a otro zombi en la cabeza al sacar su espada de entre el cráneo del segundo cadáver andante.
Siguió corriendo, más cansada. Se golpeó contra la puerta, incapaz de frenar. La abrió. La cerró. Usó su cuerpo como barricada.
¿Dónde estaba?
Mesas, sillas, paredes de piedra, ¿un comedor?
–Doce tañidos al otro lado de la realidad… –un hombre estaba sentado en una mesa, mirando al infinito.
–¡Los muertos van a entrar –exclamó ella–, necesito atrancar la puerta!
–…las almas se reúnen ante el miedo primordial…
–¡Eh, gilipollas, ayúdame!
–…los señores astados inclinarán sus cabezas…
Necesitaba encontrar una vía de escape, posiblemente se entretendrían con ese loco dándole tiempo para huir sin que la siguieran.
La luz de la luna, al pasar por el grueso cristal, coloreaba el suelo en la oscuridad.
Los muertos golpeaban las puertas y las vidrieras de las ventanas. No estaba segura de poder aguantar mucho más.
Vio una puerta lateral.
Y se lanzó en su dirección.
Y la puerta se abrió.
Un báculo emitía una luz azul intensa y mortecina a la vez, refulgiendo de forma estática como ningún fuego podría. Los muertos se detuvieron al instante.
–Necesito tu ayuda –dijo la voz de un hombre joven–. ¿Estás borracha?

El loco no paraba de hablar y el nigromante, consecuentemente fascinado, comenzó a tomar notas.
Zoe, ante aquella escena surrealista, decidió vomitar.
Sombra, su cuervo, había logrado abrirse camino y llegar hasta ella. Graznaba ocasionalmente mientras volaba desde su hombro hasta las mesas alrededor.
Largos minutos más tarde Zoe se dirigió al nigromante.
–Aatami, ¿qué haces aquí? ¿Por qué demonios has matado a estos hombres?
–Ha sido en defensa propia –contestó llanamente.
–¿Contra unos bibliotecarios? ¿Pretendes que me crea que no has preparado un escenario en el que sabías que te iban a atacar?
–El espectáculo forma parte de la profesión, ya sabes: ropa negra, calaveras… a la gente le gusta saber a qué atenerse –se rio él–. ¿Si me roban es culpa mía, voy provocando?
Ella le miró, irritada.
–Me han atacado al ver mi bastón –dijo él, ahora visiblemente indignado–. Les he preguntado si podía comenzar unas lecturas y me han atacado –insistía él–. Estamos en una biblioteca y yo quería leer y que nadie deseara matarme por ello. Me pareció que éste sería el lugar apropiado, la verdad –se defendió, mostrándole un viejo libro de entre sus ropajes.
Ella contó los cadáveres en el suelo.
–Oye, lo del decimoquinto bibliotecario –comentó Zoe–, ¿también fue en defensa propia?
–Tal vez te cueste creerlo, pero te prometo que no fue un combate por turnos.
–Perdona, no estoy acostumbrada a ponerme del lado del nigromante: yo os doy caza –le explicó, su cuervo liberó un graznido–. ¿Crees que no hay razones para destruiros a todos?
–La respuesta  a esa pregunta requiere de ciertos matices y precisamente por eso estoy aquí, ¿quieres tomar un té?
–Por supuesto.
–Me interesa este hombre: tal vez sea un oráculo o un loco. Nos lo llevamos. Alguien tendrá que darle de comer. Cuando vayamos saliendo, ¿te importa matar a los zombis?

Con el aliento entrecortado por el cansancio, Zoe miró con desprecio el rostro magullado y fracturado de la última zombi que quedaba en pie sobre el campo. Su cuerpo muerto, hecho jirones de piel y atisbos de músculo y hueso, estaba completamente inmóvil. Una costra de sangre reseca cubría una mejilla. Una herida en el hombro lo había perforado.
Zoe la miró a los ojos, por un momento se reflejó en ellos una súplica cercana a la tristeza, sólo fue un instante. Sólo duró un instante.

–¿Cómo puede ser una cabaña en un bosque tan cómoda? –inquirió Zoe mientras Aatami le daba un pequeño vaso de té. La luz de las velas los iluminaba.
–¿Sabes lo que dice este hombre? –interrogó el hechicero, mirando a aquel extraño en un rincón.
–No creo que lo sepa él tampoco.
–Está relatando una antigua profecía –el hombre loco seguía recitando sus versos incomprensibles.
–¿De ésas que hablan de los Dioses Muy Poco Amigables?
–En la Academia tendemos a referirnos a ellos como los Antiguos. ¿Qué sabes de la Iglesia?
–Está dividida en cuatro ramas: la Hermandad de la Muerte, a la que pertenezco; las Doncellas de la Guerra, que irónicamente no suelen participar en ninguna de ellas, las… Espera, ¿por qué demonios me preguntas esto?
–He formulado mal mi pregunta, mis disculpas, ¿sabes algo del origen de la Iglesia? ¿Por qué se creó?
–Porque debíamos luchar contra los nigromantes. Bueno, la Iglesia de la Guerra no parece que tenga ningún propósito en particular aparte de entrenar, y… la Iglesia de la Enfermedad se dedica a curarla y la del Hambre se dedica a paliarla. Pero la Hermandad de la Muerte es la primera. Mis hermanas y yo nos ocupamos de que las cosas muertas sigan en su sitio. A juzgar por cómo me miras no estoy dando ni una.
–¿Cuánto tiempo has sido una hermana?
–Era una niña cuando llegué al monasterio, si me puse a combatir con unos catorce o quince años… supongo que soy una hermana en funciones desde que naciste.
–¿Y nunca te has preguntado el porqué de los nigromantes, por qué no pueden destruir sus propias creaciones, sólo detenerlas?
–Sí, pero cuando les estoy matando no pueden responderme bien –Sombra graznó, aleteando sus plumas negras.
–Volvamos a tus Dioses Muy Poco Amigables. Arrasaron el mundo hace más de mil años.
–Así es –convino ella.
–¿Sabes de dónde extraían la energía que les permitió acceder a nuestra realidad?
–Mmm…
–¿Nunca te has preguntado cómo podemos reanimar a los muertos?
–Espero que no sea una pregunta-trampa. Esto… ¿con magia? –se aventuró Zoe.
–Los muertos tienen una chispa de vida que nosotros utilizamos, para extinguirla totalmente las Hermanas de la Muerte necesitan rematarlos.
–¿Me estás diciendo que los Dioses Muy Poco Amigables extraen energía de los no-muertos?
–No, te estoy diciendo que obtienen la energía de los muertos, de todos en realidad. Tal vez rompa el relato, pero la Iglesia de la Muerte nació junto con la Academia de Nigromantes para asegurarse de que la energía remanente en los cadáveres se extinguía y, así, no podía ser utilizada por los Antiguos.
–¿Tienes alguna base para realizar tal afirmación?
–Sí, de hecho, buscar apoyo documental para defender esta teoría me ha ocupado los últimos dos años de mi vida.
Aatami fue a una estantería, puso varios códices ominosamente gruesos sobre la mesa.
–¿Tienes alguna base resumida para realizar tal afirmación? –inquirió, alarmada–. No pienso leerme todo eso, además, ¿de dónde los has sacado?
–Varios de ellos de la ciudad prohibida de Untersagt. En lo concerniente a éste –dijo respecto del libro que acababa de tomar prestado– de la Biblioteca de Svalbard. Creo que ahora necesitan bibliotecarios.
–¿Pero qué pudo pasar? Los nigromantes ya no conjuran no-muertos para que las hermanas los destruyan, nunca había oído hablar de algo así. De hecho, los nigromantes utilizan pequeños ejércitos de no-muertos para alcanzar sus propios fines. Y, razonablemente, para acabar con los zombis a largo plazo, solemos tener que hacer frente también a aquellos que los conjuran.
–Efectivamente. Lo que queda a día de hoy no es más que un relato residual de las antiguas funciones, ya olvidadas. Si mi teoría es cierta, sin embargo, las consecuencias van a ser… duraderas. Y me encanta tener razón, pero la única forma de tener siempre razón es saber admitir cuándo te equivocas, así que procedamos con cautela.
–¿Quién coño puede haber encubierto algo así?
–Probablemente nadie, probablemente todos.
–No es una respuesta muy concreta.
–Si te soy sincero, Zoe, no creo que sea una conspiración para liberar a los Antiguos, no creo que nadie sea culpable de trazar un plan maligno que nos lleve a nuestra extinción. Creo que los hombres y mujeres han ido olvidando la Historia a través de siglos de luchas internas por el poder, de pequeños grupos que trataban de conservar la esencia de nuestra lucha o también de transformarla, de fronteras en colisión y países en guerra que tenían otras prioridades siempre y cuando la Hermandad de la Muerte estuviera relativamente presente. Teniendo en cuenta los escritos, en algún momento del siglo IV la alianza entre la Iglesia y la Academia estaba tan deteriorada que cortaron las comunicaciones por completo. Resulta fácil imaginar que alguien pudiera construir una leyenda negra alrededor de la Academia de Nigromantes y resulta fácil pensar que los mismos nigromantes, en algún momento y tras años de sangrientas persecuciones e intentos por reagruparse, fueran ajustándose poco a poco a esa narrativa. Hay copias de los libros en Untersagt, de modo que al menos unas pocas personas debieron de conservar alguna idea del mundo tal cual era tras la llegada de los Antiguos.
–Supongo que los Dioses Muy Poco Amigables debieron percibir muchísima energía tras el Calentamiento y la Era de las Guerras… ¿pero por qué no haber venido antes? Nuestros ancestros fueron famosos por sus descubrimientos y su tecnología, pero también por esclavizar y matar a millones de personas a través de los siglos.
–Me temo que sólo puedo ofrecerte especulaciones –respondió él.
–¿Y qué relación tiene este tío con todo esto? –interrogó Zoe, contemplando a ese hombre que no había parado de murmurar incoherencias.
–No lo sé. Puede que sea un hombre que ha perdido la cordura, pero si fuese un oráculo, como parece… Nos estaría alertando de la proximidad del fin. Tiene sentido si pensamos que la acumulación de energía por parte de los Antiguos es lenta y constante.
–¿Y qué pinto yo en todo esto? –indagó ella.
–Tú me vas a ayudar –contestó Aatami–, eres toda una leyenda, ¿no es así?
–¡¿Estás completamente loco?! –exclamó ella–. Soy amiga de un nigromante, no soy precisamente la Hermana de la Muerte más ortodoxa que existe. ¡Seré una leyenda pero me miran como a un bicho raro, tío! –tras unos segundos de soltar maldiciones, consiguió calmarse un poco–. Dices que te voy a ayudar, ¿ayudar a qué? –por supuesto ella ya se temía las palabras que iban a venir a continuación.
–A restaurar la alianza entre la Iglesia y la Academia y buscar un modo de destruir a los Antiguos o reforzar las fronteras dimensionales –afirmó el hechicero.
–Tú flipas. Y yo flipo, me estás diciendo que el mundo…
–…no es lo que parece. Pero tiene más sentido así, ¿verdad?
Bebieron su té, pensativos.
Al principio apenas repararon en ello, pero ya estaba allí.
Un profundo silencio se abrió en la cabaña, tan intenso que eran capaces de oír sus corazones bombeando sangre, su respiración demasiado alta, sus párpados al parpadear, el arrullo de su piel al erizarse el vello y los oídos chasqueando al reaccionar a la ausencia de todo sonido externo.
Tal vez de forma instintiva fijaron su vista en el oráculo: su cuerpo se hinchaba y fluctuaba, su piel se oscurecía, todo parecía romperse y re-ensamblarse en ese cuerpo y el eco de aquel estruendo en medio del vacío reverberaba en sus cabezas como una pesadilla.
Una bestia más allá de toda definición había conseguido cruzar para devorar toda cordura.
Y el fluir del tiempo se había acabado.